EL MITO DE LA CAVERNA
“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”
Por Félix Villegas

Capítulo DOS
EL REGLAMENTO ES NECESARIO, PERO NO SUFICIENTE

Si hay una cualidad que debe destacar en un árbitro por encima de todas las demás es la precisión en la toma de decisiones. El árbitro no decide cómo se juega un partido, sólo debe velar por el cumplimiento del Reglamento de Juego.

Así pues, podría parecer que un gran conocimiento del texto escrito de todas y cada una de las reglas garantiza un perfecto arbitraje semana tras semana, aunque la realidad nos dice también semana tras semana que eso no es suficiente.

Entonces, ¿qué más necesita un árbitro? Pues algo tan simple como conocer el juego, saber qué intentan hacer los jugadores y así aplicar las reglas en función de lo que está observando. Un equilibrio entre los aspectos técnicos, los principios del juego, y la parte administrativa, combinado con una actitud personal positiva, colocan al árbitro en la mejor disposición para poder garantizar a los jugadores el mejor de los partidos posibles.

Dentro de los principios del juego los dos conceptos más importantes son por un lado el ataque y la continuidad y por otro la defensa y la recuperación. El árbitro debe comprender que el equipo en ataque intenta mantener la posesión del balón y busca continuidad para llevarlo hacia la zona de marca del contrario. Y que el equipo en defensa intenta primero detener el avance del equipo atacante negándole el espacio y después intenta la recuperación del balón.

Los árbitros utilizan sus conocimientos y destrezas para observar la situación del juego, analizar las acciones de los jugadores y decidir si el juego debe o no ser detenido.

El equilibrio entre continuidad y disputa leal del balón es lo más complicado de conseguir para el árbitro. Además, están las viejas costumbres desterradas ya del rugby moderno y que deberían estar ya desterradas del nuestro. Una de las más dañinas es la idea de que el equipo en ataque está autorizado a no cumplir con el reglamento ya que así se garantiza la continuidad. Este criterio hace que se multipliquen los “sealing off”, por lo que el equipo defensor se ve abocado a no disputar el balón, no hay “turnovers” y el juego se vuelve monótono, previsible y aburrido. Otra costumbre a desterrar es el de que con tal de que salga el balón, vale todo. Con este criterio, se provocan balones lentos, organización defensiva, el ataque sólo puede buscar el choque cerca del balón y el juego se vuelve monótono, previsible y aburrido.

Para que el árbitro pueda garantiza ese equilibrio entre continuidad y la disputa leal del balón, tiene que comprender, trabajar y poner en práctica los principios del arbitraje. Estos principios son simples; las reglas, la seguridad, la consistencia, los criterios reglamentarios y lo más importante, disfrutar del arbitraje.

Aquellos árbitros que sólo se apoyan en las reglas, se convierten en autómatas. Se limitan a ser meros espectadores del juego, aplicando el texto escrito en el reglamento sin aportar nada al partido. Sin embargo, aquellos árbitros que conocen el reglamento a la perfección y son capaces de entender el tipo de partido que están planteando los jugadores, son capaces de implicarse en el juego, garantizando la seguridad de los jugadores y aplicando los criterios reglamentarios con consistencia durante todo el partido. Estos árbitros perciben cuántos jugadores están implicados en cada acción, si hay más atacantes que defensores o más defensores que atacantes, perciben el perfil de jugador implicado teniendo en cuenta si hay delanteros o son tres cuartos. Con esta observación y en todo momento con el reglamento como límite, se anticipan a lo que va a ocurrir, son capaces de prever si estará comprometida o no la salida del balón, que equipo tiene la iniciativa en esa juagada, el equilibrio de fuerzas y lo más importante, qué va a pasar después. Con ello el árbitro consigue una mejor colocación tanto en la fase que está dirigiendo como en las fases posteriores. Este tipo de arbitrajes generan partidos donde se garantiza la disputa del balón, hay continuos “turnovers”, se provoca la expectativa, hay tensión y el juego suele ser más alegre y divertido para todos.

Este es el sistema que propone la World Rugby y desde la ENA es el mensaje que se intenta transmitir en todas las actividades técnicas que se realizan. El compromiso personal y el grado de cumplimiento de este sistema es fundamental para desarrollar un rugby cada vez más rápido, con más continuidad, más atractivo para el público y que nos acerque más a los países punteros a nivel mundial.