EL MITO DE LA CAVERNA
“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo”
Por Félix Villegas

Capítulo UNO
EL ÁRBITRO COMO PERSONA

Tras el acto de rebeldía con el que William Web Ellis puso las bases de un nuevo deporte, el juego comienza a desarrollarse con unas reglas muy básicas y sin árbitro. En esos primeros años, los capitanes de ambos equipos eran los encargados de velar por el cumplimiento de esas reglas hasta que el juego demandó una figura independiente que tomara las decisiones reglamentarias. Este factor debe ser tenido muy en cuenta y supone la base del respeto que todos los participantes tienen o deberían tener hacia el árbitro de rugby. Para la World Rugby este respeto es una de las piedras angulares del desarrollo de nuestro deporte en países donde los deportes mayoritarios son otros en los que el árbitro está siempre en el punto de mira de aficionados y medios de comunicación.

rugby-2-400Varios son los motivos por los que alguien decide hacerse árbitro. Por un lado está la idea romántica de devolver al deporte lo que el deporte les ha dado durante su época de jugadores, otros buscan seguir vinculados a un deporte que les apasiona ya que su recorrido como jugadores está agotado, otros buscan obtener un beneficio, ya sea físico, social, económico y para otros simplemente supone una actividad a la que han llegado por la unión de una serie de factores y que, alcanzado un cierto nivel, cuesta renunciar.

Así pues, a la hora de analizar la competencia de un árbitro y posicionarlo dentro de los distintos escalafones, hay factores con tanto peso específico como los puramente técnicos desarrollados dentro del campo.

La ENA es la responsable de diseñar y redactar los distintos protocolos que son de obligado cumplimiento para todos los árbitros del Panel y el grupo de evaluadores, coaches y observadores son los ojos de la escuela cada fin de semana valorando el grado de cumplimiento del sistema. Para alcanzar el nivel del sistema propuesto, el trabajo de un árbitro va mucho más allá de los 80 minutos de un partido y aquellos que realmente son profesionales de esta actividad, no en el sentido económico del término sino del compromiso, trabajan con esfuerzo durante toda la semana los aspectos que se les piden en esos protocolos.

Los protocolos incluyen preparación física, responsabilidad administrativa, arbitraje a tres, así como las conclusiones que se publican después de los distintos cursos que se organizan a lo largo de la temporada.

Este sistema sólo puede tener éxito cuando todos y cada uno de sus miembros lo cumple de manera individual. La suma de dinámicas positivas individuales da robustez al sistema, mientras que el incumplimiento, aunque sea por un reducido número, lo debilita.

Cuando un árbitro no llega a un partido a su hora o no llega en las condiciones óptimas, cuando no se viste con la ropa del comité o hace una mala elección de la equipación, cuando no ha preparado el tipo de partido que va a dirigir y no sabe por ejemplo cómo se resuelve un posible empate, cuando se muestra relajado y despreocupado a la hora de cumplimentar el acta e incurre en omisiones o más grave aún en falsedades, cuando no valora el trabajo de sus asistentes y les reprocha públicamente, cuando antepone su particular interpretación del reglamento a las directrices que emanan de la ENA, cuando la queja y la excusa son siempre la primera respuesta, cuando se critican los éxitos de los compañeros en lugar de valorar el esfuerzo que ha llevado a conseguirlos, cuando la falta de humildad y autocrítica impide su evolución, cuando se pone en duda todo sin aportar nada, cuando algo de esto ocurre, se tambalea el sistema y la inmensa mayoría de árbitros que trabajan de domingo a domingo con honradez pagan las consecuencias.

Todos estos ejemplos son las sombras que rodean a nuestro equipo arbitral y el CNA es el encargado de sacar de la cueva a este equipo, llevarlo a la luz y mantener formado y motivado al grupo para que de verdad pueda ser un catalizador más del juego y junto a jugadores y entrenadores ayudar a la FER a dar el salto de calidad que el rugby español tanto necesita.

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